A veces he llegado a pensar en la desazón que podemos tener los maestros al no ver nuestro esfuerzo reflejado en un producto final. Me explico: el dentista puede curar dolores de muela y la satisfacción debe ser grande cuando el paciente se retira. El arquitecto o el albañil puede sentirse feliz después de ver su obra terminada, al igual que un músico, o un mecánico. Pero los maestros, no tenemos una obra, ni tampoco vemos nuestra influencia, pues en la educación de una persona influyen muchos agentes y juega en contra el factor tiempo.
Entonces ¿De verdad estaré motivando, empoderando, guiando, sacando los talentos de algún niño o niña y verlos reflejados cuando éste sea grande? ¿Habré influenciado en lo que son cuando se convierten en adultos? ¿recordarán el curso o lo vivido en el salón de clase?
Estas son las preguntas que me hago en silencio, cuando estoy sola y pienso en mi profesión, en la responsabilidad que tengo para con los padres, con los alumnos y con mi país.
Cada cierto tiempo se me pasa por la cabeza dedicarme a otra cosa, porque quizás ya soy obsoleta y los adolescentes necesitan a otro tipo de maestros, que hagan Tik Toks o que sepan de los últimos videojuegos.
Y casi siempre siempre sucede que llegan estas señales inesperadas que te dan respuestas.
Hace unas semanas, me encontré con una ex-alumna, Macarena Arribas, fundadora de MAB Perú. No la veía desde hace más de 20 años. Desde que ella era una niña. Obviamente había crecido, pero la luz de sus ojos eran los mismos. La había visto en un programa de televisión, contando con pasión de su último proyecto MAB click. Me emocioné. Quizás no me crean, pero cuando uno ve a un ex-estudiante, uno evoca el recuerdo de su rostro de niño o niña en la mente y brota un cariño sincero en el corazón.
¡Cómo no iba a colaborar con MAB click! Este proyecto se dedica a girar la mirada de la educación formal y encaminarla hacia una más emocional, más humana y más creativa.
¡Cómo no apoyar este emprendimiento de una joven mujer con talento, con entusiasmo, con energía de querer hacer un Perú mejor.
Y después de hablar con ella, después de ver lo que ha logrado y el cariño que tiene por la educación y por su país, me voy a descansar tranquila.
Maestros: quizás no vemos nuestro esfuerzo en el corto plazo, quizás pasan años antes de poder ver algo de ti en ellos. Pero dejamos huella, por pequeñita que sea.
Si podemos instalar en nuestros alumnos la motivación por aprender, el respeto hacia los demás, el amor por lo que uno hace y la empatía hacia los demás; entonces nuestra labor ya está recompensada.
Participar en “2 minutos para aprender” de canal 4 en Julio del 2020, en plena pandemia me motivó a revisar diferentes propuestas en formato audiovisual para generar aprendizaje en los alumnos que, al no poder ir al colegio en formato presencial tuvieron que cambiar su forma de aprender a través de otras plataformas.
Así nació el canal de YouTube PattyPeru con la finalidad de llevar clases de Historia, en un formato fresco, ágil y de corta duración.
En el camino descubrí, que esta plataforma de canal de YouTube no solo ha complementado el aprendizaje de muchos estudiantes, sino también ha sido una herramienta de enseñanza para docentes, una ayuda para los padres de familia y una guía para aquellos adultos que quieren recordar lo aprendido o simplemente aquellos que quieren reforzar sus conocimientos de Historia del Perú.
Creada en el 2011, Fundación OLI, es una plataforma solidaria dedicada a canalizar esfuerzos, recursos, y así conectar a personas e instituciones por la igualdad de oportunidades en los rubros de: medio ambiente, salud, cultura/educación y empoderamiento/reducción de pobreza; a través de nuestras alianzas estratégicas, proyectos e iniciativas solidarias y campañas de ayuda humanitaria.
El acercamiento con OLI Perú se dio durante la Pandemia 2021. Sin embargo, la mirada compartida de unir los esfuerzos para colaborar con diferentes organizaciones nos ha hecho ver la manera de que OLI trabaje con asesorías con el Programa Proyecto CAS.
Bailar marinera es una de mis más grandes pasiones. Empecé bailando en el colegio y he continuado bailando durante toda mi vida. Bailar me da energía, me hace sacar mi parte de mi personalidad, me divierte y me siento brillar. He conocido mucha gente valiosa a través de la danza. Me ha hecho valorar y reconocer otras danzas además de la marinera norteña. Ir a los concursos es, como si estuviera en un Perú reducido: personas de todas las edades, todas las condiciones sociales y de todas las regiones convergen en una pasión compartida.
En el año 2017 y 2019 tuve la oportunidad de apoyar a la Academia del Profesor Jesús Portilla, cultor de esta danza desde hace muchos años. Fue maravilloso ver a amigos y bailarines reunidos incentivando a los nuevos alumnos que recién aprendían a bailar. Cultivemos nuestros bailes en nuestros hijos, valoremos el patrimonio inmaterial que tenemos en las manos, aprendamos a bailar, a reír, a compartir y a disfrutar sanamente. Gracias por la oportunidad profesor Jesús Portilla por haberme permitido ser su Reina.
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